Mi primera vez
Como acostumbra a pasarme, llego tarde a contar mi crónica del Saló. La verdad es que ha sido algo estresante. Sólo pude pasar por ahí el sábado y entre quedar con unos y otros, hacer de guía para unos amigos “profanos”, intentar echar una mano a mi colega Rafa (aunque tampoco mucho, lo siento, Rafa) y la aglomeración típica del sábado salonero, mis niveles de adrenalina se dispararon a tope. Eso sí, la quedada fue genial, como siempre.
Hace ya diez años salí de Bilbao en el mes de mayo (mes tradicional de celebración del Saló) . Tras un insomne e interminable viaje en tren (en mis tiempos de estudiante no había presupuesto para el avión) llegamos a Barcelona un amigo y yo. Tras dejar las maletas y hacer algo de turismo, pusimos rumbo a la Estación de Francia (donde tradicionalmente se emplazaba el evento). Por aquel entonces en Bilbao tan sólo había dos librerías especializadas, así que cuando vi. aquella aglomeración de stands repletos de tebeos, mis ojos comenzaron a dar vueltas, perdí el sentido y cuando lo recobré no recordaba nada, pero sentía u enorme dolor de bolsillo y en mis manos se hallaban varias bolsas de comics.
Recuerdo también llevarme el primer número de Tanhauser, de la extinta línea deLaberinto Planeta, firmado por sus autores (¿Alguien sabe qué ha sido del magnífico Sergio Sandoval?). También recuerdo no haber aprovechado la oportunidad de llevarme firma y dibujo de Beto Hernández, que apenas tenía cola. Por aquel entonces, para mí sólo era “uno de esos raros”.
Aún quedaría el viaje de vuelta donde conocería a un paisano con la misma afición por los tebeos y que no sospechaba que como periodista, acabaría escribiendo sobre ellos en los periódicos.
Bueno, así termina mi batalla del Abuelo Cebolleta. No os quejéis, que la he resumido. Qué recuerdos… creo que me hago viejo.
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