Clásicos DC: Orion nº1
De entre las creaciones de Jack Kirby podría decirse que lo más pleno e imaginativo de entre su inmensa producción se encontraría en los años 70 y sobre todo con su saga del Cuarto Mundo para DC y Los Eternos para Marvel. Un Kirby veterano nos mostraba que ese Stan Lee presenta que encontrábamos en las cabeceras Marvel quedaba bastante incompleto. Por desgracia la edad del Rey avanzaba y se fue retirando hasta su fallecimiento en 1994.
Afortunadamente la sombra del Rey es alargada y así nos lo pueden asegurar autores de la talla de de James Steranko, Barry W. Smith, John Byrne o el propio Walter Simonson. El hombre de la firma en forma de dinosaurio es famoso sobre todo por su etapa en Thor en los años 80. Ya en aquella serie tomaría los conceptos que realizarían en los sesenta Stan Lee y Jack Kirby y los llevaría a su máximo esplendor actualizados. A partir de los años 90, Simonson se fue diluyendo en el mercado como si casi nunca hubiese existido (pese a que su influencia era más que patente en los dibujantes de la generación Image). En el año 2000 volvió a DC para volver a hacer lo que mejor se le daba. Recuperar la enorme energía de los personajes de Kirby y seguir su legado imprimiéndole un nuevo impulso.
Orion no fue tan aplaudida como Thor, pero no tiene demasiado que envidiarle. La épica y la acción no brillaban con tanta luz desde los Kirby o los Buscema. Muchos lectores no acaban de ver con buenos ojos los clásicos porque el hecho de ser productos de una época concreta requieren leerlos con un cierto posicionamiento histórico que tampoco se tendría porqué hacer. Simonson hace ese esfuerzo por nosotros y nos da un argumento de intrigas familiares respetando cada punto y cada coma del cuarto mundo de Kirby. Darkseid vuelve a ser ese altivo déspota que daría lugar a decenas de villanos posteriores. Orion vuelve a rezumar furia guerrera y cada personaje vuelve a la gloria que un día tuvo.
Pero, pese a ser un gran guionista, donde realmente Simonson es único es en el apartado gráfico. Toda esa estética del impacto visual que se desarrolló en los años noventa se debe en gran parte a los hallazgos de este autor. La gran diferencia estriba en que los dibujantes de aquella época la usaron en detrimento de la narrativa y no a su favor como hizo éste. Lejos de la narrativa cinematográfica tan en boga actualmente, Simonson usa todos los recursos gráficos a su alcance para que tengan voz en sus viñetas. Desde sus distintivas onomatopeyas, a los fondos, pasando por los elementos decorativos y hasta el trazo forman un conjunto que conforma el discurso narrativo, puro diseño enfocado a la narración. El capítulo final con la batalla definitiva es un ejemplo inmejorable de esto. Sin siquiera diálogos, todo el capítulo se centra en la batalla, nada más. Y la verdad es que hacía tiempo que no disfrutaba tanto.
Mención aparte merecen los complementos a cargo de nombres como Dave Gibbons o Frank Miller.
Concluyendo, si quieres disfrutar de la energía de los héroes de Kirby con un sabor más actual, si quieres recibir una lección de narrativa o si simplemente quieres leer una gran historia de superhéroes, quizá no deberías dejar escapar este tebeo.
Afortunadamente la sombra del Rey es alargada y así nos lo pueden asegurar autores de la talla de de James Steranko, Barry W. Smith, John Byrne o el propio Walter Simonson. El hombre de la firma en forma de dinosaurio es famoso sobre todo por su etapa en Thor en los años 80. Ya en aquella serie tomaría los conceptos que realizarían en los sesenta Stan Lee y Jack Kirby y los llevaría a su máximo esplendor actualizados. A partir de los años 90, Simonson se fue diluyendo en el mercado como si casi nunca hubiese existido (pese a que su influencia era más que patente en los dibujantes de la generación Image). En el año 2000 volvió a DC para volver a hacer lo que mejor se le daba. Recuperar la enorme energía de los personajes de Kirby y seguir su legado imprimiéndole un nuevo impulso.
Orion no fue tan aplaudida como Thor, pero no tiene demasiado que envidiarle. La épica y la acción no brillaban con tanta luz desde los Kirby o los Buscema. Muchos lectores no acaban de ver con buenos ojos los clásicos porque el hecho de ser productos de una época concreta requieren leerlos con un cierto posicionamiento histórico que tampoco se tendría porqué hacer. Simonson hace ese esfuerzo por nosotros y nos da un argumento de intrigas familiares respetando cada punto y cada coma del cuarto mundo de Kirby. Darkseid vuelve a ser ese altivo déspota que daría lugar a decenas de villanos posteriores. Orion vuelve a rezumar furia guerrera y cada personaje vuelve a la gloria que un día tuvo.
Pero, pese a ser un gran guionista, donde realmente Simonson es único es en el apartado gráfico. Toda esa estética del impacto visual que se desarrolló en los años noventa se debe en gran parte a los hallazgos de este autor. La gran diferencia estriba en que los dibujantes de aquella época la usaron en detrimento de la narrativa y no a su favor como hizo éste. Lejos de la narrativa cinematográfica tan en boga actualmente, Simonson usa todos los recursos gráficos a su alcance para que tengan voz en sus viñetas. Desde sus distintivas onomatopeyas, a los fondos, pasando por los elementos decorativos y hasta el trazo forman un conjunto que conforma el discurso narrativo, puro diseño enfocado a la narración. El capítulo final con la batalla definitiva es un ejemplo inmejorable de esto. Sin siquiera diálogos, todo el capítulo se centra en la batalla, nada más. Y la verdad es que hacía tiempo que no disfrutaba tanto.
Mención aparte merecen los complementos a cargo de nombres como Dave Gibbons o Frank Miller.
Concluyendo, si quieres disfrutar de la energía de los héroes de Kirby con un sabor más actual, si quieres recibir una lección de narrativa o si simplemente quieres leer una gran historia de superhéroes, quizá no deberías dejar escapar este tebeo.
<< Home