Depresión tras el Salón
Esto que parece el título de un tebeo de Mortadelo define a la perfección el estado en el que me encuentro después de este fin de semana. De vuelta a la rutina, cuesta arrancar después de un fin de semana en Barcelona, donde se ha celebrado el Salón del comic (como si hiciera falta decíroslo a estas alturas).
Este año nos ha dejado un poco de todo eso que ya sabíamos que nos encontraríamos y como siempre algo más. Barcelona nunca deja de sorprenderme. Los principales inconvenientes eran el exceso de gente, las interminables colas, las pequeñas decepciones por no encontrar ese tipo de joyas perdidas que dabas por seguro que encontrarías en el Saló (a veces daba la sensación de que en todos los stands había lo mismo)... básicamente las pequeñas pegas de siempre.
Lo mejor es que se trata de uno de los eventos más importantes del mundillo y supone una posibilidad de encuentro entre los aficionados. Las interminables colas se aligeran porque siempre hay alguien con el que echar una charla, los autores (sobre todo los españoles) casi parecen en algunos momentos un aficionado más con el que cruzar unas palabras. Las exposiciones siempre albergan algún hallazgo impresionante. Más o menos como siempre, pero siempre de distinto modo.
Pero definitivamente, LO MEJOR, tal como esperaba, fue la quedada bloguera, más multitudinaria que nunca. Allí estábamos todos los que podéis ver en la foto, incluídos mis colegas 'tortiles' Rafa, Alex y Javi. Empezamos unos 50 en el punto de reunión (las taquillas del Saló... más o menos), casi cuarenta ocupamos toda la terraza de un bar (no recuerdo el nombre) y unos 25 nos quedamos a cenar. Podéis suponer que meter semejante número de frikis en cualquier sitio no es tarea fácil, así que cuando el incombustible Tirafrutas lo consiguió no hubo más remedio que dividirnos en dos mesas. A mi me tocó la "mesa íntima" junto con Tete, Jotace, Javier Arriola, Myca Vykos, Sergio y Pelli, un colega de mi ciudad y no bloguero (que por cierto, Tete. Sí, mi ciudad se llama Portugalete, ¿qué pasa? :-P ). Después de la cena no sé cuántos fueron los valientes que aguantaron hasta el final, porque a un servidor le surgió un asunto que me impidió quedarme. Desde aquí me gustaría disculparme porque dije que trataría de pasarme el domingo para despedirme de todos, pero el asunto del sábado duró más de lo esperado. Ya sabéis que dije que podría pasar, lo siento... creo.
Una vez más en Barcelona lo mejor es el ambiente y es la gente la que te deja el buen sabor de boca más allá del mercadeo y las colas interminables. Por cierto, si queréis una crónica de verdad y no un montón de tonterías sobre cómo se lo ha pasado el friki que escribe este blog, afortunadamente hay gente como Tirafrutas o La Carcel de papel que ya se han encargado de ello.
Os prometo que mañana hablaré de tebeos.
Este año nos ha dejado un poco de todo eso que ya sabíamos que nos encontraríamos y como siempre algo más. Barcelona nunca deja de sorprenderme. Los principales inconvenientes eran el exceso de gente, las interminables colas, las pequeñas decepciones por no encontrar ese tipo de joyas perdidas que dabas por seguro que encontrarías en el Saló (a veces daba la sensación de que en todos los stands había lo mismo)... básicamente las pequeñas pegas de siempre.
Os prometo que mañana hablaré de tebeos.
<< Home