lunes, mayo 07, 2007

Reseñas de ayer y hoy: Paracuellos

Como ya os comenté hay en marcha un propósito de enmienda que trae algunos cambios y la vuelta de la regularidad de este blog. Aunque "las obras" no estarán terminadas hasta septiembre, con el inicio de lo que podríamos llamar la "tercera temporada", ya podréis ver alguna pequeña novedad como puede ser esta Reseñas de ayer y hoy.

Esta sección surge por dos motivos: el primero es que las reediciones han ganado tal importancia en el mercado que no me parece justo dejarlas sin reseñar, por mucho que hayáis podido leer sobre ellas y el segundo es que me servirá como excusa para poder hablar de tebeos de siempre, hayan sido o no reeditados.

Sin más dilación comenzaremos por una de las obras cumbres del comic español como es Paracuellos de Carlos Giménez, más de moda que nunca por la edición de Random House Mondadori con polémica con el precio incluida.

Paracuellos es el título de los 6 tomos que Carlos Giménez realizó entre 1977 y 2003 y en los que contaba sus propias vivencias en los distintos hogares de Auxilio social durante su infancia en la posguerra. No cabe duda de que pese a tratarse de hechos reales, la obra los cuenta de modo bastante novelado para su mejor entendimiento, para adaptarse a la estructura de capítulos cortos y para conseguir en más de una situación una sonrisa algo amarga por parte del lector. No obstante, dada la juventud de la mayoría de quienes leéis esto tendréis que recurrir a padres y/o abuelos para poder situaros en esta época, pero las historias de Carlos Giménez en Paracuellos consiguen la estética perfecta para aquellas historias que me contaban mis abuelos del estraperlo, los falangistas, los curas, la picaresca para poder comer y todos los ingredientes de una época que ha sido ya tratada hasta la saciedad en otros medios que necesitaba una plasmación en el comic que pudiera servir como estandarte.

Ya que decidir lo mejor de una obra tan grande sería bastante arrogante por mi parte además de muy difícil, diré que lo que más me fascina de Paracuellos es que guión y dibujo son una única arma para conseguir una extraña sensación en quienes lo leemos. Carlos Giménez consigue hacernos sentir culpables por arrancar nuestra sonrisa en momentos realmente tristes, como cuando algunos de los niños son maltratados o les ocurre alguna desgracia. No parece, sin embargo, que sea la intención del autor cargarnos con culpa alguna, sino de algún modo explotar la comicidad de una época triste para que podamos sonreír, sin perder por ello la noción de los difíciles tiempos sobre los que estamos leyendo, casi tal como se lo podría tomar uno de los niños protagonistas.

El dibujo no hace sino acompañar y fortalecer este sentimiento presente en toda la obra. Giménez usa un estilo algo más caricaturesco que el de otras de sus obras dirigidas a otros géneros como la ciencia-ficción. Así las facciones de los rostros y el conjunto del físico de cada personaje nos transmiten tantas sensaciones como el diálogo o la propia historia. Los rostros desencajados de las guardadoras e instructores, los ojos tristes y famélicos de los niños, el uso exagerado de onomatopeyas y líneas cinéticas son herramientas perfectas para contar esta historia como sólo se puede hacer en el medio del comic.

Puede suceder de todos modos, que cuando hablamos de una obra de este calibre, haya quien puede llegar a sentirse intimidado a probarla si no la conoce, pero Paracuellos es por su estructura de tira corta tan profundo como accesible, uno de esos tebeos que se disfrutan a multitud de niveles y susceptibles de ser leídos una y otra vez. Podríamos obviar su valor histórico o su valor en el comic español. Podríamos obviar la calidad con la que está escrito y dibujado. Podríamos incluso no prestar atención a las anécdotas ni a sus personajes y aún así veríamos alguna otra cosa que haría de Paracuellos la obra maestra que es, sencillo a la vez que completo, dramático a la vez que cómico, trascendente a la vez que nada pretencioso, en definitiva, uno de esos tebeos que salen una vez cada muchos años.

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