Punisher: Madre Rusia
Tras el bombazo que fue Predicador y tras una temporada en la que llegó a parecer que todo lo que tocaba Garth Ennis se convertía en oro, resulta extraño ver lo desapercibido que está pasando su etapa en la serie que nos narra las neuras de Frank Castle.
He de reconocer que yo fui uno de los primeros escépticos, después de Predicador resultaba bastante claro que no volvería a hacer nada a la altura. De hecho las siguientes obras que publicó ya no eran lo mismo. Contenían todos los ingredientes que habían lanzado al estrellato al guionista irlandés, pero no estaban mezclados con la misma maestría y cariño. Era como si no los necesitara ¿Para qué si ya tenía éxito?
Y con el éxito vino la oferta de Marvel para encargarse del justiciero con la calavera en el pecho Hace ya seis años. Ennis nos mostró un trabajo desmadrado pero puramente alimenticio donde se dedicaba a encadenar gags. Humor zafio sin motivo que sólo divertía en los primeros chistes. Parecía la ruptura definitiva de este lector con el Punisher y Garth Ennis y entonces salió Punisher: Nacimiento, que contaba los primeros pasos de Castle, cuando aún estaba en Vietnam. Piqué movido por la habilidad de Ennis para las historias bélicas. Tal vez porque conocía su debilidad por este género y albergaba la esperanza de algo más trabajado. No sólo no me decepcionó, sino que me llevó a comprar el resto de los tomos que Panini había publicado sobre el personaje.
Todo esto nos lleva al último de ellos, Punisher: Madre Rusia. En él encontramos a Castle dejando de lado su guerra urbana para llevar a cabo otra mucho más a la antigua usanza donde estarán metidos los rusos, los yankis y hasta el mismísimo Nick Furia. En su salsa bélica ya hemos quedado que Ennis funciona mejor, pero uno de los puntos más curiosos que hacen de la guerra el punto fuerte del irlandés es que nos habla de una guerra sin buenos ni malos mucho más parecida en este aspecto a la realidad. En los conflictos bélicos de este guionista lo único que encontramos es un atajo de cabrones con distintos intereses y lo más parecido al "bueno" es el cabrón que mejor le acabe cayendo al lector.
Sin destripar puntos clave del argumento del comic, quizá el punto más flojo lo encontramos en el final del tebeo, con un desenlace de lo más políticamente correcto, que no acompaña en exceso al resto de la historia. Sin embargo, no estoy del todo seguro del motivo. Lo más probable es que se trate de que, aunque hablemos de una línea adulta (MAX), seguimos hablando de Marvel y ya sabemos que eso implica cierta moralina. Pero, y aunque la sutileza no sea la marca de fábrica de Ennis, podríamos estar ante una pequeña ironía ante esa cultura del "hacer lo correcto" tan típica en los yankis, pero quizá este divagando. Sin embargo, no sería la primera vez que se mete con los americanos y casi sería la única manera de hacerlo en un tebeo EnnisMarvel.
No podía terminar sin mencionar a uno de esos artistas que desafortunadamente pasan sin pena ni gloria, pese a la magnífica labor que realizan. El inglés Dougie Braithwaite lleva casi veinte años en la industria y su nombre sigue siendo casi un desconocido. Quizá no sea lo más cool del mercado, pero os puedo asegurar que es uno de esos dibujantes a los que rara vez podréis encontrarles un fallo. Dadle una oportunidad.
En definitiva, que Ennis me ha demostrado que aún le quedan historias que contar y conseguido reconciliarme con un personaje como el Punisher, al que tanto daño se le hizo.
He de reconocer que yo fui uno de los primeros escépticos, después de Predicador resultaba bastante claro que no volvería a hacer nada a la altura. De hecho las siguientes obras que publicó ya no eran lo mismo. Contenían todos los ingredientes que habían lanzado al estrellato al guionista irlandés, pero no estaban mezclados con la misma maestría y cariño. Era como si no los necesitara ¿Para qué si ya tenía éxito?
Y con el éxito vino la oferta de Marvel para encargarse del justiciero con la calavera en el pecho Hace ya seis años. Ennis nos mostró un trabajo desmadrado pero puramente alimenticio donde se dedicaba a encadenar gags. Humor zafio sin motivo que sólo divertía en los primeros chistes. Parecía la ruptura definitiva de este lector con el Punisher y Garth Ennis y entonces salió Punisher: Nacimiento, que contaba los primeros pasos de Castle, cuando aún estaba en Vietnam. Piqué movido por la habilidad de Ennis para las historias bélicas. Tal vez porque conocía su debilidad por este género y albergaba la esperanza de algo más trabajado. No sólo no me decepcionó, sino que me llevó a comprar el resto de los tomos que Panini había publicado sobre el personaje.
Todo esto nos lleva al último de ellos, Punisher: Madre Rusia. En él encontramos a Castle dejando de lado su guerra urbana para llevar a cabo otra mucho más a la antigua usanza donde estarán metidos los rusos, los yankis y hasta el mismísimo Nick Furia. En su salsa bélica ya hemos quedado que Ennis funciona mejor, pero uno de los puntos más curiosos que hacen de la guerra el punto fuerte del irlandés es que nos habla de una guerra sin buenos ni malos mucho más parecida en este aspecto a la realidad. En los conflictos bélicos de este guionista lo único que encontramos es un atajo de cabrones con distintos intereses y lo más parecido al "bueno" es el cabrón que mejor le acabe cayendo al lector.
Sin destripar puntos clave del argumento del comic, quizá el punto más flojo lo encontramos en el final del tebeo, con un desenlace de lo más políticamente correcto, que no acompaña en exceso al resto de la historia. Sin embargo, no estoy del todo seguro del motivo. Lo más probable es que se trate de que, aunque hablemos de una línea adulta (MAX), seguimos hablando de Marvel y ya sabemos que eso implica cierta moralina. Pero, y aunque la sutileza no sea la marca de fábrica de Ennis, podríamos estar ante una pequeña ironía ante esa cultura del "hacer lo correcto" tan típica en los yankis, pero quizá este divagando. Sin embargo, no sería la primera vez que se mete con los americanos y casi sería la única manera de hacerlo en un tebeo EnnisMarvel.
No podía terminar sin mencionar a uno de esos artistas que desafortunadamente pasan sin pena ni gloria, pese a la magnífica labor que realizan. El inglés Dougie Braithwaite lleva casi veinte años en la industria y su nombre sigue siendo casi un desconocido. Quizá no sea lo más cool del mercado, pero os puedo asegurar que es uno de esos dibujantes a los que rara vez podréis encontrarles un fallo. Dadle una oportunidad.
En definitiva, que Ennis me ha demostrado que aún le quedan historias que contar y conseguido reconciliarme con un personaje como el Punisher, al que tanto daño se le hizo.
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