S. de Gipi
A la hora de decantarse por la compra de un comic europeo, es común escuchar la dificultad para hacerse con información que nos pueda orientar sobre lo que vamos a leer. Esta es la razón por la que está bastante extendida la práctica de seguir autores concretos. El italiano Gipi es uno de los que merece la pena no perder de vista. En S, la última historia que nos ha traído Sinsentido, el autor nos trae una historia autobiográfica en primera persona a medio camino entre la realidad y la ficción.
En S. Descubrimos hacia la mitad del tomo a quien corresponde la inicial. A través de S, Gipi nos guía a través de una serie de historias saltando en el tiempo desde la segunda guerra mundial hasta la actualidad. El autor intercala sus propias vivencias con las historias adquiridas a través de sus propios familiares, con todo lo que eso conlleva. Gipi nos cuenta algunos capítulos significativos de la vida de S tal como el los escuchó y ya sabemos que el tiempo tiende a cambiar la historia hasta hacer confusa su frontera con la fábula y mostrarnos este hecho parece ser el leitmotiv de esta obra.
S deja de manifiesto que puede ser más importante la respuesta emocional de una historia más allá de la veracidad de ésta y se puede decir que esta emotividad se consigue de sobra, sin por ello caer en la sensiblería. El comic comienza sin que tengamos ni idea de quien es S de forma que, cuando lo descubrimos hacia la mitad, nos hayamos familiarizado lo suficiente como para sentirlo cercano y recibir su historia con la carga personal que ello requiere.
Si hay algo en lo que realmente destaca Gipi es en esa habilidad para lograr la implicación personal del lector a través de la técnica narrativa. Gipi brinda una obra con una estructura a medio camino entre el comic y el relato ilustrado con viñetas panorámicas y narración en off, sugiriendo desde el principio que pese a la crudeza de algunos de los pasajes debemos percibir la obra como una especie de cuento cuyo propósito iremos entendiendo con su lectura. Para el italiano el recuerdo con todas sus novelaciones es mucho más importante que los hechos. La narración en presente o la impersonalización de los personajes nos adentran en la historia para pillarnos desprevenidos hasta que es demasiado tarde para alejarnos de ella.
Sea cual sea el momento en el que se emplazan las historias Gipi narrará en presente engañándonos para creer que estamos viviendo una realidad que podría no ser cierta. Lo curioso es que hablar de personajes que terminan revelándose como cercanos con denominaciones como “S” o “la novia de S” debería tener un efecto contrario al de narrar en presente, es decir, un alejamiento con respecto de los personajes protagonistas del relato, pero el efecto es bien distinto. Si bien iniciamos este tomo ante unos personajes lejanos, son sus propias vivencias las que nos acercan a ellos, se nos van presentando poco a poco y sólo en ese momento Gipi revela su cercanía con ellos, sólo cuando nos han sido presentados correctamente. Todos estos detalles unidos a los textos en primera persona consiguen convertirnos en el mismo autor y recibir la historia trasladándonos a su prisma de visión.
Sería bastante extraño que, viniendo de un solo autor, tal calidad en el guión no estuviera respaldado una misma solidez gráfica y, lógicamente, este no es el caso. El uso del color, los distintos grados de esquematización o el selectivo uso de los bocadillos siguen actuando como herramientas al servicio de la historia. A través de ellos percibimos cuando sucede cada historia y casi se podría decir que nos sugiere como deberíamos afrontar cada parte de la historia, dejando caer sutilmente que algunas cosas podrían no ser reales del todo, con su veracidad empañada por el paso del tiempo o un determinado sentimiento, pero dejando claro que puede no ser la realidad lo que nos interesa del todo.
Salvando el obstáculo de un estilo de dibujo que puede producir un ligero rechazo inicial para aquellos que no estéis acostumbrados a este tipo de comic, una de las mayores cualidades de Gipi se basa en que despliega todo este abanico de recursos narrativos de una manera natural, lejos de ese afán de lucimiento de otros autores experimentales. Cada recurso se intuye más que percibirse haciendo de la lectura de S algo fluido y accesible.
Merece la pena dar una oportunidad a este tomo que podría pasar desapercibido entre la avalancha salonera.
En S. Descubrimos hacia la mitad del tomo a quien corresponde la inicial. A través de S, Gipi nos guía a través de una serie de historias saltando en el tiempo desde la segunda guerra mundial hasta la actualidad. El autor intercala sus propias vivencias con las historias adquiridas a través de sus propios familiares, con todo lo que eso conlleva. Gipi nos cuenta algunos capítulos significativos de la vida de S tal como el los escuchó y ya sabemos que el tiempo tiende a cambiar la historia hasta hacer confusa su frontera con la fábula y mostrarnos este hecho parece ser el leitmotiv de esta obra.
S deja de manifiesto que puede ser más importante la respuesta emocional de una historia más allá de la veracidad de ésta y se puede decir que esta emotividad se consigue de sobra, sin por ello caer en la sensiblería. El comic comienza sin que tengamos ni idea de quien es S de forma que, cuando lo descubrimos hacia la mitad, nos hayamos familiarizado lo suficiente como para sentirlo cercano y recibir su historia con la carga personal que ello requiere.
Si hay algo en lo que realmente destaca Gipi es en esa habilidad para lograr la implicación personal del lector a través de la técnica narrativa. Gipi brinda una obra con una estructura a medio camino entre el comic y el relato ilustrado con viñetas panorámicas y narración en off, sugiriendo desde el principio que pese a la crudeza de algunos de los pasajes debemos percibir la obra como una especie de cuento cuyo propósito iremos entendiendo con su lectura. Para el italiano el recuerdo con todas sus novelaciones es mucho más importante que los hechos. La narración en presente o la impersonalización de los personajes nos adentran en la historia para pillarnos desprevenidos hasta que es demasiado tarde para alejarnos de ella.
Sea cual sea el momento en el que se emplazan las historias Gipi narrará en presente engañándonos para creer que estamos viviendo una realidad que podría no ser cierta. Lo curioso es que hablar de personajes que terminan revelándose como cercanos con denominaciones como “S” o “la novia de S” debería tener un efecto contrario al de narrar en presente, es decir, un alejamiento con respecto de los personajes protagonistas del relato, pero el efecto es bien distinto. Si bien iniciamos este tomo ante unos personajes lejanos, son sus propias vivencias las que nos acercan a ellos, se nos van presentando poco a poco y sólo en ese momento Gipi revela su cercanía con ellos, sólo cuando nos han sido presentados correctamente. Todos estos detalles unidos a los textos en primera persona consiguen convertirnos en el mismo autor y recibir la historia trasladándonos a su prisma de visión.
Sería bastante extraño que, viniendo de un solo autor, tal calidad en el guión no estuviera respaldado una misma solidez gráfica y, lógicamente, este no es el caso. El uso del color, los distintos grados de esquematización o el selectivo uso de los bocadillos siguen actuando como herramientas al servicio de la historia. A través de ellos percibimos cuando sucede cada historia y casi se podría decir que nos sugiere como deberíamos afrontar cada parte de la historia, dejando caer sutilmente que algunas cosas podrían no ser reales del todo, con su veracidad empañada por el paso del tiempo o un determinado sentimiento, pero dejando claro que puede no ser la realidad lo que nos interesa del todo.
Salvando el obstáculo de un estilo de dibujo que puede producir un ligero rechazo inicial para aquellos que no estéis acostumbrados a este tipo de comic, una de las mayores cualidades de Gipi se basa en que despliega todo este abanico de recursos narrativos de una manera natural, lejos de ese afán de lucimiento de otros autores experimentales. Cada recurso se intuye más que percibirse haciendo de la lectura de S algo fluido y accesible.
Merece la pena dar una oportunidad a este tomo que podría pasar desapercibido entre la avalancha salonera.
Etiquetas: reseñas
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